Proyectos para la Resiliencia. GuatemalaMujeres indígenas en Guatemala organizadas en solidaridad

En Guatemala los pueblos indígenas constituyen el  43,5 por ciento de la población, uno de los porcentajes más altos de América Latina. Según Teresa Zapeta, Defensora de la Mujer Indígena (2004-2008), la Covid-19 demostró el limitado acceso a la salud por parte de las mujeres indígenas. En las medidas tomadas por las instituciones gubernamentales hubo un gran desconocimiento de los sistemas ancestrales de salud. Además, debido a la emergencia se ha presentado un aumento en la carga de trabajo que afectó, en mayor medida, a las mujeres indígenas y las restricciones afectaron el comercio (informal), que contribuye directamente al sustento familiar y que muchas veces es responsabilidad directa de las mujeres. Por otro lado, existe un problema de brechas en educación, pues ésta no llegó a las niñas indígenas, y es que en muchas comunidades no tienen ni siquiera luz, y mucho menos servicio de internet.

ACPP lleva trabajando con la Asociación Cooperación Regional y Proyectos de Desarrollo (CREPD) desde el año 2005 en comunidades del occidente guatemalteco, bajo la idea de que las mujeres indígenas deben ser sujetas de derechos y ser parte activa en la construcción de las políticas y programas estatales para reducir desigualdades de género y étnicas. Ellas, mejor que nadie, conocen las necesidades de sus comunidades; así como las estrategias para hacerle frente a estos desafíos.

Concretamente, y para enfrentar los efectos de la pandemia y el confinamiento, se ha trabajado al interior de las comunidades indígenas en materia de una gobernanza entre géneros corresponsable, que tenga en cuenta el impacto particular en la vida de las mujeres; recuperando conocimientos; liderando procesos propios de educación y prevención sobre el impacto de la COVID-19. En la seguridad alimentaria se vienen tomando acciones como huertos y la agricultura familiar. Igualmente la estrategia de mejora de la accesibilidad y disponibilidad de agua en esas mismas comunidades, ha permitido afrontar con mayores garantías la problemática por parte de las mujeres.

Al irse levantando oficialmente el confinamiento y el ablandamiento de las restricciones, las representantes de mujeres rurales que previamente ya habían iniciado alguna integración grupal o que ya formaban parte de un comité, retomaron su decisión de mantener su integración y con las autoridades más cercanas, localmente, gestionaron la forma de poder llevar a cabo actividades, con el objeto de encontrar mejoras colectivamente. Algunas mujeres miembros de grupos, cuentan con experiencias propias, en el tema de medicina tradicional, comadronas o promotoras de salud primaria. La integración les permitió conocerse mejor, intercambiar experiencias y tener algunas ideas de acción colectiva. Por tradición, la comunidad mantiene sentimientos de colectividad y comunidad, pero surgió también con mayor oportunidad el apoyo mutuo y la solidaridad.

En el confinamiento, el tema de la violencia de género se manifestó en varios casos. Al haber tenido oportunidad de conocer este tema y sus diversas manifestaciones, tanto por las capacitaciones en la implementación de proyectos junto a ACPP y por promoción de otras instituciones, las mujeres miembros de los comités reconocieron la situación y apoyaron a sus miembros a denunciar, al menos localmente, y apoyarse para superar esta situación.

En definitiva, la sostenibilidad y pertinencia de la estrategia de trabajo entre CREPD y ACPP ha permitido que las mujeres habitantes de las comunidades rurales indígenas no solo hayan tenido herramientas para enfrentar el confinamiento por la pandemia COVID19, sino que actualmente están sirviendo, junto con la organización y solidaridad entre ellas, como puntos de apoyo para contribuir a garantizar derechos vitales.

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