Página 1 - Boletín 7-2017 actividades junio

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JULIO
2017
contra la desigualdad, redistribución
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Como si fuera una maldición, al menos desde
que existe constancia, este planeta no se ha li-
brado de la devastación de la guerra ni uno solo
de los días de la historia. En épocas no tan re-
motas, no se hacían necesarias grandes disquisi-
ciones para prender la pira que habría de servir
de excusa para iniciar un conflicto bélico. El
enemigo era el enemigo y los intereses, en mu-
chos casos, los mismos, punto.
Pero, poco a poco, la apelación a la guerra fue
requiriendo discursos justificadores cada vez
más elaborados desde la perspectiva política o
ética. Uno de los conceptos más utilizados en
este sentido es el de ‘guerra preventiva’. Una
potencial amenaza, bien aderezada, tenía la ca-
pacidad para construir un relato que, desde el
punto de vista informativo, justificase una ac-
ción militar. A todos nos vienen a la memoria
los discursos de George W. Bush previos a la
intervención liderada por los Estados Unidos en
Irak. Pero tiempo atrás, en junio de 1967, hace
ahora cincuenta años, Israel se valió de esa mis-
ma excusa para dar inicio a un ataque relámpa-
go a los países limítrofes que ha pasado a la his-
toria como ‘la Guerra de los Seis Días’. Al finali-
zar, Israel se había adueñado de la península del
Sinaí -devuelta en 1978 a Egipto tras los Acuer-
dos de Camp David-, los Altos del Golán así co-
mo los territorios de Gaza, Cisjordania y Jerusa-
lén Este de las que se retiró sin retirarse nunca
del todo.
De forma similar a cómo los palestinos recuer-
dan y rememoran la Nakba (el desastre), la ex-
pulsión de sus casas de 700.000 pobladores tras
la proclamación del estado de Israel en 1948, la
remembranza de la Naksa (revés), un segundo
desplazamiento masivo de palestinos como con-
secuencia de la guerra del 67, ocupa un espacio
en sus memorias.
Desde aquella ocupación nada ha vuelto a ser
igual. El territorio palestino se contrajo aún más
y, de facto, no ha dejado de hacerlo desde en-
tonces. Aunque desde 1994, tras los acuerdos
de Oslo, Gaza y Cisjordania pasaron a estar bajo
jurisdicción de la Autoridad Nacional Palestina,
ésta cuenta con poca capacidad para llevar a
cabo la labor que le debiera corresponder por-
que Israel sigue siendo quien marca la pauta del
día a día: no ceja en la construcción de asenta-
mientos en el espacio palestino, ha expropiado
miles de hectáreas de tierras de cultivo, ha
construido un muro de 700 km que rodea y aís-
la diversas ciudades palestinas, restringe los
movimientos de los palestinos con controles
policiales aleatorios más los permanentes del
paso de Erez, el único acceso entre Israel y la
franja de Gaza, o el puente de Allenby entre Cis-
jordania y Jordania…
Cincuenta años es muchísimo tiempo en una
vida. Medio siglo es un espacio de tiempo que
engloba varias generaciones. Cantaba Pablo Mi-
lanés, aunque fuera refiriéndose a un senti-
miento radicalmente distinto, que “el tiempo
pasa, nos vamos poniendo viejos, yo el amor no
lo reflejo como ayer”. El tiempo ha pasado: ni
las personas que vivieron la Guerra de los Seis
Días son las mismas que eran, ni las más jóve-
nes sienten de la misma manera que sus proge-
nitores, pero existe un hilo que cose presente
con pasado, a unas generaciones con otras: la
sensación de humillación constante.
La población palestina continúa arrastrando la
maldición de vivir sometida a los designios del
gobierno de Israel y condenada a sufrir el hecho
de haberse convertido en una pieza más en el
tablero de la geopolítica. Continúa consciente
de que es poco, muy poco, lo que importa al
resto del mundo. Menos aun en estos momen-
tos.
Con frecuencia, tendemos a analizar lo que ocu-
rre en lugares recónditos del planeta con la fría
mente de quien ve las cosas de lejos. Cabe pre-
guntarse, en un ejercicio de empatía, ¿qué haría
yo, hombre, mujer, si fuera palestino? ●
Vacaciones: con este número nos despedimos hasta después del verano, que recibiréis las noticias de las actividades de estos próxi-
mos dos meses.
50 años sí es mucho