El tortuoso camino de la paz en Colombia.
Zeuxis Pausias Hernández, se ha convertido en el nombre del momento en Colombia. Zeuxis, en homenaje al pintor de la Grecia clásica que según cuenta Plinio El Viejo murió de risa ante el efecto que le provocó uno de sus cuadros. Pausias, también pintor griego que llegó a ser loado por el mismo Horacio. Pero lo importante, a los efectos de este artículo, es que ese nombre evoca el origen ilustrado de la progenie del apodado como Jesús Santrich. Este es el alias con el que se conoce a uno de los más importantes negociadores de la paz en La Habana, vocero de las FARC-EP en el proceso, miembro de la Dirección Política del partido FARC e integrante de la Cámara de Representantes colombiana.
Jesús Santrich, con una imagen siempre unida a la kufiya (palestina) y unas gafas de sol que ocultan sus ojos cegados por un glaucoma, fue capturado por la Fiscalía en abril de 2018. Los EEUU le acusaban de intermediar con el Cartel de Sinaloa para traficar con 10 toneladas de cocaína. Una acusación que se encontró con los obstáculos de la Jurisdicción Especial por la Paz (JEP) resultante de los Acuerdos de Paz. Estos explicitaban una garantía de no extradición por delitos cometidos antes de su firma. La JEP solicitó pruebas de los hechos tanto a Fiscalía como a los EEUU y ante la negación de las evidencias declaró la libertad inmediata de Santrich. Un hecho que no llegó a hacerse realidad, porque cuando solo le quedaba una puerta para abandonar la cárcel de La Picota, agentes de la policía judicial lo recapturaban. Según la Fiscalía había nuevas evidencias. Si bien, el 29 de mayo de 2019, la Corte Suprema de Justicia estimó que no eran suficientes y ordenaban su segunda liberación. Esta sí fue real. El contexto judicial colombiano aún se encontraba analizando relativos choques de legitimidades entre la justicia transicional y la ordinaria, cuando el caso dio una vuelta de tuerca. Mientras se pensaba que Santrich descansaba, en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Pondores en el departamento de La Guajira, huyó. En la noche, con la ayuda de una escalera hecha de ruedas de caucho, y seguro que con la complicidad de alguien más, se esfumaba a un destino aún desconocido.
Un hecho que, sumado a la previa huida del otrora jefe de la delegación de paz Iván Márquez, ha dado fuerzas a aquellos que ponen en duda el entramado judicial impulsado en los Acuerdos. Una línea que defiende el actual Presidente, Iván Duque, que intentó objetar seis artículos de la Justicia Especial para la Paz. Si bien la Cámara de Representantes votó en contra de estas modificaciones, imposibilitando su ejecución. Aun así el debate está abierto.
El conflicto de Santrich ha supuesto un obstáculo más en la aplicación de los principales Acuerdos de Paz, pero no es el único.
Desde la firma de los Acuerdos han asesinado a 135 ex combatientes de las FARC-EP, desde 2016 también se les ha arrebatado la vida a 702 líderes sociales. La espiral de la violencia sigue un curso especialmente perverso. Las bandas criminales continúan con su actividad delictiva en puntos clave de la geografía colombiana como Urabá o Tumaco, las guerrillas del ELN y disidencias del ERP mantienen una virulenta batalla por el control territorial en la frontera con Venezuela, la minería ilegal continúa con su depredación natural y social, los diálogos con el ELN se han roto. Mientras el acceso de las víctimas a sus derechos reconocidos en la Ley 1448, especialmente el de restitución de tierras, continúa un recorrido lento, muy lento. Sólo un dato, según el último estudio que publicamos con nuestra contraparte Fundación Forjando Futuros el porcentaje de hectáreas restituidas se situaba en el 4,4% de lo estimado inicialmente, triste balance a menos de dos años que expire la vigencia de la Ley.
Pero no todo el balance es negativo. Las FARC-EP, como partido político, han demostrado coherencia con el proceso y denunciado la actitud de quienes deslegitiman el proceso con decisiones como las de Santrich o Iván Marquez. La mayoría política de la Cámara de Representantes y Senado han bloqueado los intentos de modificar parte de los Acuerdos firmados. Más de 11.000 combatientes (sobre unas estimaciones iniciales de 13.000) continúan con su proceso de reincorporación, dejando el porcentaje de deserciones en la media de las producidas en procesos de paz equiparables a nivel mundial. También la comunidad internacional, con el liderazgo de la ONU, ha demostrado su apuesta por el proceso de pacificación, incluso la UE ha hecho declaraciones y desembolsos económicos explícitos para la reincorporación socio económica de ex combatientes. La JEP continúa con su accionar según los tiempos definidos y ya ha iniciado procesos de documentación y rendición de testimonios.
El balance es complejo, pero podemos decir que la senda por la paz en Colombia continúa su tortuoso camino. Se sabía que no iba a ser fácil, la elección del Gobierno de Duque (heredero de Álvaro Uribe) fue un gran escollo al que se unieron muchos otros, si bien el proceso sigue en marcha. ACPP estará ahí para acompañarlo, hacer balance y compartirlo con quienes creen que la única vía para la otra Colombia posible pasa por apoyar los esfuerzos que se iniciaron con los Acuerdos de La Habana.