Cómo transitamos “del sálvese quien pueda” al sentimiento de “una gran familia”. La gestión de los cuidados durante la pandemia en Álava.

El último trimestre del 2021, ACPP realizó un diagnóstico sobre las redes de cuidados generadas durante el periodo de confinamiento en Asparrena, Agurain y Santa Cruz de Campezo, tres localidades rurales de la provincia de Álava. El diagnóstico fue elaborado por la cooperativa Errotik en el marco del proyecto “Tejiendo cuidados para la interculturalidad y el buen con-vivir en la zona rural de Álava”, financiado por la Diputación Foral de Álava.

Los resultados de este diagnóstico han puesto en evidencia cómo la pandemia ha agudizado la crisis de cuidados que la economía feminista lleva tiempo denunciando y ha confirmado, una vez más, la necesidad de cambio en nuestras sociedades: las necesidades de cuidado no están siendo atendidas de manera igualitaria y los trabajos destinados al cuidado de las personas no son valorizados ni reconocidos.

El diagnóstico reveló situaciones concretas de desigualdad que se generaron o profundizaron durante la pandemia y que afectaron a personas de perfiles diversos ya sea por edad, origen, tenencia o no de hijos o situación laboral. 

 “No es lo mismo ser una persona joven y tener que buscarte la vida, que tienes coche, tienes acceso a todo, que ser una persona mayor, que dependes de más cosas…”  Uno de los colectivos más afectados en el confinamiento fue el de personas mayores, a quienes el encierro y la falta de espacios para la socialización no sólo les hicieron perder movilidad y habilidades comunicativas sino que, además, les generó miedo y una vida en soledad que afectó su salud emocional “con el encierro las familias no podían venir al pueblo a visitar a sus familiares. Las personas mayores no contaban con el cariño de sus hijos e hijas, a pesar de tener las necesidades básicas cubiertas”, comentaron algunas participantes del diagnóstico.

En el caso de las escuelas, la pandemia y el confinamiento, “afectaron a las familias de forma muy desigual”  El impacto del confinamiento en el ámbito educativo no fue el mismo para todas las personas y sus familias; ha dependido de la edad de las y los hijos, del nivel dentro del curso escolar, de la situación laboral de las familias, de si ésta era nativa o extranjera, y de la mayor o  menor implicación del profesorado.

Según lo recogido en el diagnóstico,  el esfuerzo en este sector se limitó a atender sólo la parte académica dejando de lado toda la parte emocional. “Las familias que estaban pasando duelos porque habían perdido un familiar, porque habían perdido el trabajo…. y además con la carga de que ”mi hijo o mi hija sigue teniendo que hacer exámenes”, más la carga de trabajo diario. Todas esas emociones se dejaron de lado”, comentó una de las madres.

Durante el confinamiento, se suspendieron algunos servicios en las escuelas, como el de aula de niños y niñas madrugadoras de la escuela infantil, el comedor, el servicio de biblioteca y de apoyo a estudiantes con necesidades especiales o de refuerzo del idioma. Muchos de estos servicios afectaron de manera más directa a familias migradas. Además, a la brecha digital se sumó la brecha idiomática, ya que los hijos e hijas de las personas migradas no contaban con un acompañamiento adecuado para entender todo lo que se les encomendaba realizar en sus casas.

El camino para construir una gran familia

Durante la pandemia surgieron iniciativas individuales y colectivas para dar respuesta a las necesidades arriba mencionadas, de un “sálvese quien pueda” pasaron al sentimiento de “gran familia”, de comunidad, que se expresó en acciones como el estar pendientes de quién abre cada día la persiana de su casa, realizar llamadas por teléfono a personas mayores, realizar las compras de aquellas que no podían hacerlo, compartir internet, imprimir las tareas de la escuela de las y los hijos de sus vecinos y vecinas, apoyarse en el cuidado de los hijos e hijas, etc.  Estas redes de cuidado que se generaron han estado claramente feminizadas, por lo que una vez más surge la necesidad de cuestionarnos la reproducción de estructuras desiguales de género.

En las tres localidades hubo preocupación por recoger y atender las necesidades de la población migrada, sin embargo no fue posible debido la categoría “nos conocemos de toda la vida” que existe en los pueblos, que podría haber excluido a la población migrada de la atención espontánea que surgió en el confinamiento. 

El documento de diagnóstico, está estructurado de forma que, tras la exposición de los objetivos y la metodología empleada, se presenta un capítulo dedicado a la organización social de los cuidados en los tres municipios. Seguidamente, un capítulo dedicado a la percepción de la gestión de la pandemia en cada municipio donde se recogen las necesidades específicas detectadas y la respuesta ciudadana ante la crisis. Por último, como resumen de los resultados y antes de las conclusiones, presenta el apartado de propuestas de mejora en los tres municipios, orientadas a crear un sistema de cuidados más inclusivo, igualitario y digno que esperamos las autoridades tomen en cuenta para, como dicta el objetivo del proyecto, contribuir a la construcción de una sociedad alavesa solidaria, cohesionada y resiliente. ●

 

Imagen: Grupos focales realizados en Araia, Agurain y Santa Cruz de Campezo. Octubre 2021

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