ACPP y la ESS – Economías comunitarias y transformación social con, dentro y más allá del estado del bienestar
Este es el primer artículo de una serie que acompañará hasta finales de año, dedicados al trabajo de ACPP en la promoción de la economía social y solidaria (ESS). Este primer artículo tratará de contar cómo nuestra organización comenzó a pensarse no sólo como una ONG de Desarrollo sino como un actor local (¡o multi-local!) capaz de incidir sobre las maneras en las que se enfocan y gestionan nuestras economías, guiados por los principios de: equidad, trabajo, respeto al medioambiente, cooperación y compromiso con el entorno.
Hoy nos centraremos en los orígenes de este proceso, pero en próximos textos nos adentraremos en mayor detalle en las estrategias ESS que ACPP viene desarrollando en contextos tan diversos como Andalucía, Catalunya, Grecia, Túnez o Palestina. Los sucesivos artículos reflejarán las constantes que han marcado nuestra aproximación a la economía solidaria: un interés por el establecimiento de alianzas con la administración pública para co-crear las políticas sociales que abordan las desigualdades sociales, con un foco especial en las políticas que afectan a la igualdad de género, y una vocación innovadora que se ha traducido en iniciativas pioneras en terrenos como las finanzas éticas o el comercio justo.
Hace algo más de un año de la creación del grupo de trabajo de ESS en ACPP, pero nuestra trayectoria en este terreno es mucho más dilatada y hunde sus raíces en la anterior crisis económica. Los recortes dramáticos en presupuestos de instituciones que empujaron a muchos millones de personas, también en nuestro país, a una situación de profundo empobrecimiento, catapultaron a nuestra organización hacia un intenso proceso de transformación, que la llevó a ser una organización más pequeña, con menos medios pero más ágil y consciente, y dispuesta a redoblar sus esfuerzos para combatir la galopante desigualdad social, que no dejaba de crecer en cada uno de los territorios, dentro y fuera de España, en los que actuábamos.
Fue en ese contexto de necesidad en el que comenzamos a trabajar de manera mucho más profunda en los barrios en los que nuestra prolongada actividad en las escuelas nos había otorgado un importante reconocimiento social. Poco a poco, comenzamos a estrechar nuestros lazos con colectivos sociales, feministas, vecinales, tratando de encontrar respuestas urgentes a los retos sociales, tratando de dotarnos de utilidad social en nuestro contexto más inmediato. Partimos de fórmulas trilladas, a menudo de corte más asistencial, pero nuestro propio bagaje en cooperación al desarrollo, acompañando a organizaciones hermanas del Sur especializadas en una diversidad de temas, resultó ser una fuente de conocimiento y aprendjizajes muy útil a la hora de proponer soluciones innovadoras, potencialmente capaces de introducir transformaciones sociales.
Desde aquella crisis, los servicios públicos de los países que salieron más dañados (España, Portugal y Grecia, en el contexto euromediterráneo) vienen enfrentándose a una serie de desafíos sin precedentes: aumento de la demanda sobre los servicios sociales, aumento de las expectativas respecto de la calidad de lo público, problemas sociales aparentemente intratables y, en muchos casos, presupuestos reducidos. En este contexto más inmediato, europeo, las políticas sociales han venido conteniendo una parte del daño, pero no han logrado abordar las desigualdades estructurales, que han tendido a acrecentarse.
En el marco más amplio de nuestras relaciones con las sociedades del Mediterráneo Sur, las estructuras sociales, heterogéneas y fracturadas, junto con los cambios ocupacionales de las actividades agrícolas a las industriales y de servicios, han sobrecargando los esquemas de servicios sociales, de por sí débiles e incapaces de combatir a los verdaderos impulsores de la pobreza, la desigualdad y la exclusión.
Es en este marco en el que, en los últimos años hemos intensificado nuestro trabajo por la Economía Social y Solidaria. Hemos desarrollado proyectos propios y hemos apoyado y colaborado en el refuerzo de iniciativas de ESS en los centros educativos y los barrios y municipios en los que estamos presentes. Hemos aprendido que, a través de la ESS, podemos incorporar a nuestras estrategias educativas el abordaje de temáticas como la economía feminista, la economía circular, residuos cero y el consumo consciente; podemos fomentar la participación, las relaciones vecinales, la cohesión social y la mejora de las condiciones económicas de las personas y sus relaciones de consumo. Hemos descubierto que, sin ser una organización ecologista, que podemos apoyar los esfuerzos comunitarios en curso en materia de forestación y eco agricultura urbana para proteger la biodiversidad y que podemos incidir a la mejora de los espacios habitables e implementar soluciones energéticas adaptativas de bajo costo para preparar hogares y barrios para la emergencia climática y social.