ACPP como Agente Educativo:Aprender a convivir y convivir para aprender
Como agente educativo, ACPP lleva más de 20 años educando en las escuelas públicas sobre valores fundamentales para la dimensión humana, como son el pensamiento crítico, las competencias socioemocionales, los cuidados y la transformación social; y lo hacemos desde el respeto, la convivencia democrática, la igualdad de oportunidades y con perspectiva global.
Esta forma de entender nuestra labor en las aulas es una apuesta política que da cumplimiento al artículo 27.2 de la Constitución Española: “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”.
Bajo esta premisa, en ACPP situamos la convivencia pacífica en el eje central de nuestro quehacer en las escuelas, entendiendo este convivir como la capacidad para relacionarnos con otras personas desde el reconocimiento de su dignidad y de los derechos y deberes propios y ajenos, así como desde el respeto mutuo libre de violencia directa, cultural y estructural.
En concreto, la convivencia escolar está hecha de las interacciones que en el día a día se dan entre todas las personas que constituyen la comunidad educativa (alumnado, profesorado, familias, instituciones y administraciones y agentes educativos como ACPP); y estamos convencidas de que para orientar esta convivencia en las aulas nos toca poner el acento en la confianza en el proceso, en las personas y en su deseo sincero de entenderse, es decir, debemos aprender a aceptar a todas las personas, pero no todas las conductas.
Esta concepción ―que trabajamos desde nuestro Programa Escuelas Sin Racismo, Escuelas para la Paz y el Desarrollo―, responde a un modelo de convivencia restaurativa que centra sus esfuerzos en promover entornos seguros y fomentar el buen trato; y lo logra a través de vínculos saludables, fuertes y simétricos que hacen sentir a las personas valoradas, respetadas y acogidas.
En ACPP nos ocupa y preocupa cómo el contexto sociopolítico actual se inserta en el aprendizaje dentro de las escuelas: en la última década hemos sido testigos del retroceso en la gobernanza democrática, de la normalización del discurso de odio y del uso masivo de tecnologías digitales en la juventud. Con todo ello, y en una sociedad cada vez más diversa y plural, constatamos la necesidad de trabajar en resolución de conflictos y cultura de paz, y tenemos el objetivo de promover la convivencia pacífica apoyando al profesorado para: 1) estimular la reflexión dialógica sobre los fines, prácticas y metodologías educativas vigentes para desarrollar un modelo basado en un currículo democrático y democratizador; 2) acompañar la puesta en práctica de las competenciales sociales y emocionales que ayuden al alumnado a sentirse parte de su comunidad participando en la toma de decisiones de sus propias normas y responsabilidades; 3) facilitar la formación del profesorado y trabajo en red de la comunidad educativa con pedagogías y herramientas innovadoras para educar en estrategias para la prevención y resolución de conflictos; y 4) establecer vías de incidencia y comunicación para que las políticas y estructuras educativas incorporen los principios de la convivencia positiva y el cambio social.
“Aprender a convivir para ser y vivir juntas” no solo tiene valor en sí mismo, sino que dentro de la escuela incide directamente en la mejora del rendimiento académico, el bienestar y la autoestima del alumnado. Si como dijo el educador Alfredo Ghiso “la esperanza necesita de la práctica, de los hechos y de la acción para no quedar en un simple deseo y convertirse en realidad histórica”, es tarea de toda la comunidad educativa reimaginar qué significa educar para la transformación social, esto es, afrontar el reto común de cultivar un presente pacífico, justo y sostenible desde una escuela pública, inclusiva y de calidad.
Para saber más: Guía de Convivencia y Prácticas Restaurativas